domingo, 22 de mayo de 2011

Derrota.

Derrota. ¿Qué es eso? Nada más, un poco de educación, nada más el primer paso hacia algo mejor...

Hace poco estuve en una situación complicada en mi trabajo. Pensé, tontamente que todo iría de maravilla, digo ¡Me cambie de trabajo! El lugar perfecto por su ubicación. Pero las presiones aumentaron día con día, hasta que dije: Momento! Esto se esta convirtiendo en un trabajo de 24 horas, pues aun dormida soñaba o mas bien tenía pesadillas con el trabajo. Mis tiempos ya no me pertenecían, parecía una especie de maquina para terminar con los pendientes del día. Y así siguió mi ritmo, hasta que obviamente me enferme, mis niveles de estrés estaban por el cielo, mi calidad en el trabajo bajo considerablemente, y me di cuenta que todo estaba mal cuando todo a mi alrededor andaba peor: mi trabajo, mi hogar (relaciones nulas por comer frente al ordenador mientras pienso en el trabajo y terminar de masticar lo mas rápido posible pues no tenía tiempo) mis amigas (cada vez mas lejos de mi porque aveces ni tiempo de contestar un mensaje tenía) y cero relaciones amorosas (ni hablar!!) .... Hoy estoy en proceso de recuperar mi vida, me he cuestionado mi forma de actuar, he llorado al sentir que mi calidad en el trabajo ya era mediocre pero también estoy consciente de que mis debilidad son manejables, y ahora que me he dado cuenta de todo esto puedo y estoy haciendo los cambios suficientes para mejorar y definitivamente ¡No estoy derrotada! Mas bién, lo mejor esta por empezar a suceder.

domingo, 1 de mayo de 2011

TERAPIA CENTRADA EN EL CLIENTE

Terapia Centrada En El Cliente


La teoría de Rogers (1951) se basa en el principio humanista de que si la gente recibe libertad y apoyo emocional para crecer, puede desarrollarse en un ser humano pleno. Afirma que los individuos son capaces de resolver sus problemas y convertirse en quien desea ser sin necesidad de criticas o dirección, sino animados por el ambiente de aceptación y comprensión de la situación terapéutica.
Rogers decia que cada uno de nosotros tiene dos yo: el yo que percibimos ser (el "yo" que es nuestra percepción del yo real), y nuestro yo ideal (lo que nos gustaría ser). Rogers (1961) consideraba que cada uno de nosotros es una victima del afecto positivo condicional que recibimos de los demás. No podemos tener amor o aprobación de los padres o de otras personas a menos que nos conformemos a las rígidas normas sociales y familiares. Se nos dice lo que debemos hacer y pensar, y cuando no vivimos de acuerdo con las normas de los demás, se nos critica, rechaza, castiga o apostrofa. Con mucha frecuencia fracasamos, por lo que desarrollamos una baja autoestima, devaluamos nuestro yo real y perdemos de vista lo que realmente somos.
Rogers dijo que cuando tenemos una mala autoimagen, o nos comportamos mal, necesitamos aún más amor, aprobación, compañía y apoyo de los demás. 

Necesitamos afecto positivo incondicional, porque somos seres humanos de valía y dignidad. Si lo recibimos podemos encontrar nuestra poca nuestra poca valía así como la habilidad de alcanzar nuestro yo ideal. Sin ese efecto positivo incondicional no podemos superar nuestras fallas y convertirnos en personas plenas (Rogers, 1980).
Rogers afirmaba que el individuo saludable, la persona plena, es una persona que ha alcanzado congruencia entre el yo real y el yo ideal, una situación que da por resultado la libertad del conflicto interno y la ansiedad. Cuando hay una fusión entre o que la gente percibe que es y lo que desea ser, es capaz de aceptarse, ser ella misma y vivir sin conflicto.

Terapia Centrada en el Cliente: Aproximación de Rogers a la terapia humanista, en que el análisis se centra en los pensamientos y sentimientos del cliente y el terapeuta crea una atmósfera de aceptación. 
Afecto Positivo Incondicional: Proporcionar al individuo aceptación y aprecio independientemente de conductas socialmente inaceptables. 
Afecto Positivo Incondicional: Otorgar amor, alabanzas y aceptación sólo si el individuo se conforma a las normas sociales de los padres.



APRENDI Y DECIDI

Aprendí y Decidí...




Y así después de esperar tanto, un día como cualquier otro decidí triunfar...
Decidí no esperar a las oportunidades, sino yo mismo buscarlas.
Decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución.
Decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis.
Decidí ver cada noche como un misterio a resolver.
Decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.
Aquel día descubrí que mi único rival no eran más que mis propias debilidades.
Y que en éstas, está la única y mejor forma de superarnos.
Aquel día dejé de temer a perder y empecé a temer a no ganar...
Descubrí que no era yo el mejor y que quizás nunca lo fui.
Me dejó de importar quién ganara o perdiera...
Ahora me importa simplemente saberme mejor que ayer.
Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima... Sino jamás dejar de subir.
Aprendí que el mejor triunfo que puedo tener, es tener el derecho de llamar a alguien "Amigo".
Descubrí que el amor es más que un simple estado de enamoramiento...
"El amor es una filosofía de vida".
Aquel día dejé de ser un reflejo de mis escasos triunfos pasados y empecé a ser mi propia tenue luz de este presente...
Aprendí que de nada sirve ser luz sino vas a iluminar el camino de los demás.
Aquel día decidí cambiar tantas cosas...
Aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad.
Desde aquel día ya no duermo para descansar...


Ahora simplemente duermo para soñar...
Walt Disney

NO SÉ POR QUÉ PIENSAS TÚ

No sé por qué piensas tú





No sé por qué piensas tú,

soldado, que te odio yo,
si somos la misma cosa
yo,
tú.
Tú eres pobre, lo soy yo;
soy de abajo, lo eres tú:
¿de dónde has sacado tú,
soldado, que te odio yo?
Me duele que a veces tú
te olvides de quién soy yo;
caramba, si yo soy tú,
lo mismo que tú eres yo.
Pero no por eso yo
he de malquererte, tú;
si somos la misma cosa,
yo,
tú,
no sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo.
Ya nos veremos yo y tú,
juntos en la misma calle,
hombro con hombro, tú y yo,
sin odios ni yo ni tú,
pero sabiendo tú y yo,
a dónde vamos yo y tú...
¡No sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo!


Nicolás Guillén