El pensamiento simbólico es la capacidad de crear y manejar una amplia variedad de representaciones a partir de signos.
También la podemos definir como la capacidad para utilizar los signos y los símbolos ya creados y para crear otros con el fin de comunicarnos con los demás. Este tipo de pensamiento es diferente al pensamiento concreto, ya que este último se refiere a cosas, eventos y experiencias de la actualidad inmediata, y no por abstracciones.
Esta aptitud permite transmitir información de una generación a otra, desarrollar una cultura y aprender sin necesidad de la experiencia directa de la realidad.
El pensamiento simbólico es cuando adoptamos algún símbolo del cual ya tenemos un concepto establecido.
El pensamiento simbólico constituye, la diferencia más importante entre los seres humanos y el resto de los animales, y desarrolla una función esencial en casi todo lo que hacen los primeros.
La dificultad de este tipo de pensamiento (tiempo en que lleva a los niños desarrollarlo), radica en la dualidad inherente de todo objeto simbólico: no solo es una realidad en sí misma, sino que al mismo tiempo representa otra distinta. Consecuentemente, el observador debe realizar un doble proceso cognitivo: por un lado, representar mentalmente el objeto en sí, y por el otro representar la relación entre éste y lo que simboliza.
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